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Moral

El objetivo del pensamiento de la filosofía moral griega no es otro que la excelencia de las personas, de ahí que se pueda denominar a esta filosofía moral como una ética de las virtudes. “Virtud” es el término con que traducimos al griego areté, que significa la excelencia de una cosa: desempeñar bien el propio fin, la función de cada cosa. Todo tiene su fin, su télos, de tal forma que alcanzarlo era conseguir la virtud, la excelencia. Así, la ética debía ocuparse del télos, de la función o areté del ser humano.

A ese fin al que tiende cada cosa y, por extensión, al fin del ser humano los griegos le llaman agathós, el “bien”. Ser virtuoso, aplicado a los humanos es lo mismo que ser bueno, ser una buena persona. Y puesto que la virtud e la excelencia, alcanzar y tener areté consistiría en ser aristos, el mejor. El conjunto de todos estos conceptos, que calificaban la vida de los griegos, nos habla de una sociedad competitiva y meritocrática, donde se recompensa y se reconoce al que sobresale y se destaca en el empeño de ser bueno, virtuoso, el mejor.

Ética proviene de êthos que, a su vez, significa manera de ser, carácter. Buscar la dimensión ética de la existencia implicaba esforzarse por forjar una manera de ser virtuosa, de acuerdo con ese bien último que debía buscar y alcanzar la existencia humana. Así planteada, la ética supone dos cosas:

  1. Que la naturaleza o la vida humana tiene un bien o un fin determinado que hay que realizar.

  2. Que esa realización depende del ser humano.

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